15 Hizo construir en Jerusalén ingenios inventados por expertos, para
colocarlos sobre las torres y los ángulos y para arrojar saetas y
grandes
piedras. Su fama se extendió lejos, porque fue prodigioso el modo
como
supo buscarse colaboradores hasta hacerse fuerte.
16 Mas, una vez fortalecido en su poder, se ensoberbeció hasta
acarrearse la ruina, y se rebeló contra Yahveh su Dios, entrando en
el
Templo de Yahveh para quemar incienso sobre el altar del incienso.
17 Fue tras él Azarías, el sacerdote, y con él ochenta sacerdotes de
Yahveh, hombres valientes,
18 que se opusieron al rey Ozías y le dijeron: «No te corresponde a ti,
Ozías, quemar incienso a Yahveh, sino a los sacerdotes, los hijos de Aarón,
que han sido consagrados para quemar el incienso. ¡Sal del santuario
porque estás prevaricando, y tú no tienes derecho a la gloria que viene de
Yahveh Dios!»
19 Entonces Ozías, que tenía en la mano un incensario para ofrecer
incienso, se llenó de ira, y mientras se irritaba contra los sacerdotes, brotó
la
lepra en su frente, a vista de los sacerdotes, en la Casa de Yahveh, junto al
altar del incienso.
20 El sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes volvieron hacía él
sus ojos, y vieron que tenía lepra en la frente. Por lo cual lo echaron de allí
a toda prisa; y él mismo se apresuró a salir, porque Yahveh le había herido.
21 El rey Ozías, quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó en
una casa aislada, como leproso, porque había sido excluido de la Casa de
Yahveh; su hijo Jotam estaba al frente de la casa del rey y
administraba
justicia al pueblo de la tierra.
22 El resto de los hechos de Ozías, los primeros y los postreros, los
escribió el profeta Isaías, hijo de Amós.
23 Acostóse Ozías con sus padres y lo sepultaron con sus padres en el
campo de los sepulcros de los reyes, porque decían: «Es un leproso.» En su
lugar reinó su hijo Jotam.